Quienes somos

La propuesta es que la inocencia herida no es una debilidad, es una fuerza. La blanca pureza manchada de sangre es vida y consciencia. Es la herida abierta que permite abrir el corazón y dejarse afectar por el mundo para comprenderlo. Tan sólo a través del dolor del mundo podemos amarlo. Si no, tan sólo nos enfadamos con este mundo injusto y con los que lo conforman, incluídos nosotros mismos. Lo negamos, lo rechazamos, lo maldecimos, lo insultamos e  incluso lo seguimos maltratando por estar tan absolutamente herido.

   Hasta que no nos duele el “dolor del mundo”y lo aceptamos, lo amamos, su dolor sólo nos inhibe o nos confronta y nos impide ver la auténtica bondad y belleza.

  Cuando asumimos y aceptamos con amor la herida, podemos comprender este mundo e intentar cuidarlo. La aceptación transformadora es la primera emoción capaz de vivificar los conceptos sapienciales . Sin ella, la reflexión, es un pensar estéril que intenta evitar la compasión a través del juego del autoengaño, para no asumir la responsabilidad de amar activamente.

    Cuando he podido empezar a afrontar y/o aceptar este mundo, sin hundirme en mi dolor y en su dolor, sin confundirme con su injusticia, ha sido al poder comprender que todos albergamos o reprimimos esa inocencia herida por la ignorancia propia-ajena. Sin embargo, no puedo postergar lo más importante de la anterior propuesta, lo prioritario en el proceso consciente de vida-muerte-vida.: si esa criatura inocente herida que todos llevamos dentro sobrevivió, fue porque encontró maravillosos seres humanos que la ayudaron, porque su alma hambrienta supo ver esa belleza, reconociendo un gramo de amor desinteresado allí dónde lo hubiera, viendo la flor en el desierto, teniendo un radar para la belleza interna que la sostenía con vida. Es decir, lo radical de su circunstancia, de las posibilidades de su muerte por inanición-los bebes humanos mueren sin afecto-, era su hambre, y gracias a ella, allí dónde encontró el holocausto encontró el amor humano espiritual, la bondad fundamental. Y entendió que esta era la balanza que sostiene el desequilibrado equilibrio de este extraño mundo. 


Nale Parada Mas